Mar, 13/05/2025 - 17:23

Haití ha llamado la atención por reportar una de las tasas de mortalidad por COVID-19 más bajas del mundo durante la pandemia, a pesar de ser el país más pobre del hemisferio occidental y de no haber aplicado vacunas contra el coronavirus en los primeros meses (incluso el primer año) de la crisis sanitarianpr.orgclarin.com. Al 2021, con una población de ~11 millones de habitantes, Haití apenas registraba unos 12,700 contagios confirmados y 250 muertes oficialesclarin.com, equivalentes a ~22 fallecimientos por millón de personas, muy por debajo de las cifras en países vecinos y desarrolladosnpr.org. Incluso hasta mediados de 2024, con la pandemia más controlada globalmente, Haití acumulaba solo 34,456 casos confirmados y 860 muertes por COVID-19datosmacro.expansion.com, manteniéndose entre los países con menor incidencia y mortalidad registrada.

Este “paradoja haitiana” – baja mortalidad sin vacunación ni estrictas medidas – ha desconcertado a expertos. Autoridades de salud y organismos internacionales pronosticaban un desastre dada la fragilidad del sistema sanitario haitiano, la pobreza y las condiciones de hacinamiento, pero “el temido brote no se produjo”, observó Aline Serin de Médicos Sin Fronterasclarin.com. ¿A qué se debe entonces este impacto sorprendentemente bajo de la COVID-19 en Haití? Diversas explicaciones han sido propuestas, desde factores demográficos y ambientales hasta posibles características inmunológicas de la población, sin olvidar la posibilidad de subregistro estadístico. Probablemente una combinación de factores esté detrás del fenómenonpr.orgnpr.org. En este informe exploramos las causas más citadas:

  • Factores ambientales y climáticos: clima tropical, alta exposición al sol, ventilación natural, etc.

  • Demografía: población extremadamente joven, baja proporción de adultos mayores, patrones de urbanización y movilidad.

  • Factores socioculturales: vida al aire libre, menor aislamiento de ancianos, prácticas tradicionales y actitudes frente al virus.

  • Sistema de salud y diagnóstico: capacidades limitadas de atención y prueba que podrían influir en los datos.

  • Hipótesis genéticas o inmunológicas: posible inmunidad cruzada por exposición a otros patógenos o factores biológicos propios.

  • Nivel de subregistro: si las cifras oficiales reflejan o no la realidad, dada la escasa infraestructura de vigilancia epidemiológica.

  • Comparaciones internacionales: ¿ocurre algo similar en países con contexto parecido en el Caribe, América Latina o África?

  • Evolución temporal: cómo han cambiado las cifras y la situación desde 2020 hasta la actualidad.

Antes de profundizar, cabe señalar que Haití fue el último país de las Américas en comenzar a vacunar contra la COVID-19 – no recibió su primer lote de dosis hasta julio de 2021en.wikipedia.org – y hasta entrado 2022 menos del 2.5% de su población estaba vacunada completamentereliefweb.int. Por lo tanto, su baja mortalidad inicial no puede atribuirse a la inmunización, sino a otros factores. A continuación, analizamos cada posible explicación respaldada por datos oficiales, estudios científicos y reportes periodísticos.

Factores Ambientales y Climáticos

Varios especialistas sugieren que las condiciones ambientales de Haití podrían haber amortiguado la propagación y severidad del COVID-19. Haití es un país tropical caribeño, con abundante sol, altas temperaturas, buena ventilación natural y mucha vida al aire libre, lo cual contrasta con los entornos cerrados de climas templados donde el virus prosperó. Algunos puntos a destacar:

  • Exposición solar y vitamina D: La intensa radiación solar en el Caribe podría haber beneficiado a la población. La luz UV del sol puede inactivar virus en superficies y aerosoles más rápidamente, y se ha observado a nivel global una correlación entre mayor exposición solar (latitudes bajas) y menor mortalidad por COVIDclarin.com. Asimismo, la producción natural de vitamina D por exposición al sol fortalece el sistema inmunológico; estudios han vinculado niveles adecuados de vitamina D con menor riesgo de cuadros graves de COVID-19. En Haití, es común la creencia popular de que “el sol mata el virus”, como afirmó un residente: “No podemos usar tapabocas bajo el sol... Te sofocarías. El sol mata el virus, algo que los científicos no han comprobado”clarin.com. Si bien científicamente el sol no garantiza eliminar el coronavirus, esta percepción refleja cómo la población pasaba más tiempo al aire libre confiando en el clima, lo que indirectamente reduce contagios en interiores.

  • Clima cálido y humedad: Las elevadas temperaturas y humedad tropical pueden dificultar la supervivencia y transmisión del virus en el aire. La humedad hace que las microgotas respiratorias caigan más rápido al suelo, disminuyendo la transmisión aérea a distancia. Aunque el SARS-CoV-2 puede propagarse en climas cálidos (ej. los brotes en Brasil e India lo demostraron), algunos expertos sugieren que las condiciones tropicales podrían haber contribuido a que en Haití los contagios creciesen más lentamente en exteriores comparado con regiones de clima frío y secobbc.combbc.com.

  • Ventilación natural y espacios abiertos: Gran parte de las viviendas y locales en Haití tienen diseños abiertos, ventanas amplias y circulación de aire natural, en parte porque el aire acondicionado no es común. Esto implica mejor ventilación en los espacios concurridos. La ventilación dispersa las partículas virales, reduciendo la carga viral ambiental. La Dra. Jacqueline Gautier, del comité asesor nacional de COVID-19 en Haití, señaló que “las casas en Haití tienden a ser abiertas y con mucha ventilación – el flujo de aire puede sacar al patógeno del ambiente”npr.org. Los mercados, transporte público y reuniones a menudo ocurren al aire libre o en semi-exterior. Esta situación contrasta con los brotes en lugares cerrados (oficinas con aire reciclado, residencias de ancianos, etc.) que impulsaron la mortalidad en otros países. En Haití “los mercados al aire libre nunca se cerraron del todo” y la gente continuó sus actividades en exteriornpr.org, lo que paradójicamente pudo haber mitigado contagios masivos explosivos.

En resumen, el estilo de vida predominantemente exterior y el clima tropical de Haití pueden haber reducido las circunstancias de supercontagio (como eventos en recintos cerrados) y atenuado ligeramente la virulencia del COVID-19 en la población general. Sin embargo, estos factores por sí solos no bastan para explicar la enorme diferencia con otros países – después de todo, naciones vecinas del Caribe con clima similar sufrieron más muertes. Por ello hay que complementar esta explicación con las características de la población haitiana.

Factores Demográficos de la Población

La estructura demográfica de Haití es posiblemente el factor más importante y concreto para entender su baja mortalidad. Haití tiene una población excepcionalmente joven y con pocos adultos mayores, el segmento más vulnerable a fallecer por COVID-19. Algunos datos clave:

  • La edad mediana en Haití es de apenas ~23 años, la más baja de toda América Latina y el Caribe, y menos del 5% de los haitianos tiene más de 65 añosaacademica.org. Esto significa que comparativamente hay muchísimos menos ancianos (quienes presentan la mayor tasa de letalidad por COVID) que en otros países. Por ejemplo, en Europa alrededor de 18-20% de la población supera los 65 años; incluso en la vecina República Dominicana es ~7-8%. En Haití, en cambio, la pirámide poblacional está muy cargada hacia jóvenes y niños.

  • La consecuencia es que, aunque el virus infecte a muchas personas, habrá proporcionalmente pocos pacientes de alto riesgo. La edad es el principal factor de riesgo de morir por COVID-19 – algo reconocido también en el contexto africano, donde la media de edad es la mitad que en Europabbc.com. Un estudio de líderes científicos africanos resume: “La población mucho más joven […] explica gran parte de la aparente diferencia [de mortalidad]. La parte restante probablemente se deba a la falta de datos fiables, aunque existen otras explicaciones plausibles: diferencias climáticas, inmunidad preexistente, factores genéticos o diferencias de comportamiento”elpais.com. Esta observación es totalmente aplicable a Haití: su “atraso” en la transición demográfica, con alta natalidad y menor esperanza de vida, paradójicamente lo “benefició” frente a la COVID-19aacademica.org, ya que no hubo tantos ancianos susceptibles de desarrollar cuadros críticos. De hecho, el impacto del COVID en la estructura demográfica haitiana ha sido prácticamente imperceptible, sin exceso de mortalidad notable en estadísticas nacionalesaacademica.org.

  • Menos enfermedades crónicas asociadas a la edad: Al tener una población joven, Haití también tiene menor prevalencia de comorbilidades relacionadas con edad avanzada (cánceres, EPOC, demencias) que complican la COVID-19. Si bien existen enfermedades crónicas en gente joven (diabetes, hipertensión), la población haitiana padece más enfermedades infecciosas agudas y desnutrición que obesidad o cardiopatías de la edad madura. Condiciones como la obesidad – un factor de riesgo importante para COVID grave – son menos comunes en Haití debido a la pobreza generalizada y patrones tradicionales de dieta. Esto pudo contribuir a que una proporción mayor de infectados cursara la enfermedad con síntomas leves o moderados en casa, en lugar de volverse casos críticos.

  • Alta proporción de jóvenes y niños asintomáticos: Los menores de 30 años tienden a tener infecciones asintomáticas o muy leves. En África se ha documentado que hasta 80% de casos en jóvenes fueron asintomáticoselpais.com. En Haití ocurrió algo similar: se sospecha que una gran cantidad de jóvenes haitianos se contagió sin presentar síntomas importantes, lo que construyó cierta inmunidad de grupo inadvertida (lo mencionaremos en la sección inmunológica) sin saturar hospitales. La Dra. Gautier señaló: “El país es joven (edad promedio 23); las infecciones de COVID-19 tienden a ser menos severas en gente joven”npr.org, por lo cual la pandemia “no se siente como un problema mayor” en la vida diaria de los haitianosnpr.org.

En síntesis, la juventud de la población haitiana ha sido un escudo natural frente a la mortalidad del coronavirus. Con una base tan amplia de menores de 40 años y tan pocos adultos mayores, era esperable una tasa de letalidad baja. Esto no significa que no haya habido casos graves o muertes de adultos jóvenes (los hubo, especialmente entre quienes tenían condiciones preexistentes), pero en general Haití carece de la masa de población octogenaria cuya pérdida engrosó las cifras en otros países. Como referencia, más del 70% de los fallecidos por COVID en la República Dominicana tenían más de 60 añoslistindiario.com – un grupo demográfico que en Haití es reducido.

No obstante, la demografía por sí sola no explica todo. Otros países pobres con población joven (por ejemplo, en África subsahariana) también mostraron mortalidades oficiales bajas, pero algunos tuvieron brotes severos localizados. Para comprender por qué en Haití la epidemia se mantuvo tan “silenciosa” inicialmente, debemos considerar factores sociales y culturales que influyeron en la dinámica de contagio y en la respuesta de la gente.

Factores Socioculturales

El contexto sociocultural de Haití moldeó tanto la propagación del virus como la percepción y respuesta de la población frente a la pandemia. Varios elementos son relevantes:

  • Vida al aire libre y viviendas multigeneracionales: A diferencia de sociedades donde gran parte de la población mayor reside en geriátricos o vive sola, en Haití los ancianos suelen convivir con la familia y están integrados en la comunidad diaria. Irónicamente, uno pensaría que el contacto intergeneracional aumentaría su riesgo; sin embargo, dado que eran pocos ancianos y muchos ya vivían en zonas rurales abiertas, no se observaron brotes devastadores en asilos como sucedió en Europa. Además, mucha actividad cotidiana ocurre en exteriores: mercados callejeros, templos religiosos, escuelas con ventilación natural. Las restricciones formales al aire libre fueron mínimas – de hecho, salvo un período corto en 2020, las calles de Puerto Príncipe pronto volvieron a lucir llenas de gente sin mascarillas, “como antes de la llegada del coronavirus”haitiantimes.com. La población mayormente siguió con su vida debido a la necesidad económica (el teletrabajo o “quedarse en casa” eran lujos impracticables para la mayoría, que vive del comercio informal diario). Esta normalidad temprana pudo significar que muchos se expusieron y adquirieron inmunidad pronto, pero también evitó el pánico social.

  • Movilidad limitada e insularidad: Haití comparte la isla de La Española con República Dominicana, pero tiene relativamente poco tráfico internacional de viajeros. Desde antes de la pandemia, la inestabilidad y violencia interna ya habían reducido las visitas de la diáspora y el turismo. De hecho, “la inseguridad forzó a la diáspora y a los turistas a no regresar […] a inicios de 2020”, incluyendo la cancelación del carnaval de febrero 2020periodismoinvestigativo.com. Esto implicó menos introducciones iniciales del virus. Además, el gobierno haitiano cerró sus fronteras y aeropuertos muy pronto, incluso antes de detectar el primer caso (fines de marzo 2020), medida que la ONU elogió por ayudar a contener la transmisióndiariolibre.com. Esa temprana cuarentena fronteriza pudo retrasar y aminorar la primera ola. En contraste, la vecina República Dominicana, con un sector turístico importante, tuvo su “caso cero” un turista europeo y rápidamente acumuló contagios importados. Haití, en cierto modo, quedó aislada no solo voluntariamente sino también por su condición geopolítica, lo cual compró tiempo valioso para prepararse (aunque sus preparativos fueron limitados).

  • Aceptación social de medidas preventivas: En general, el cumplimiento de medidas como mascarillas o distanciamiento fue muy bajo en Haití. Las autoridades emitieron órdenes de uso de mascarilla y toques de queda esporádicamente, pero la mayoría de la población las ignoró tras los primeros mesesatlantablackstar.comatlantablackstar.com. Hacia fines de 2020, “nadie respeta las medidas de seguridad” y “en las calles da la impresión de que se ha dejado atrás la pandemia”diariolibre.comdiariolibre.com. Curiosamente, esto no derivó en un colapso sanitario inmediato como se temía. Algunos haitianos atribuían su resistencia al virus a la providencia o a remedios caseros, restando importancia a las medidas occidentales. Por ejemplo, un obrero declaró: “No podemos usar tapabocas bajo el sol… Nos sofocaríamos”clarin.com. Esta actitud desafiante, lejos de ser ideal desde la salud pública, refleja la prioridad de los haitianos en la supervivencia diaria: “A la gente le preocupa más la violencia que el virus” dijo un funcionario, dado que enfrentan secuestros, hambre y otros peligros más tangiblesclarin.com. En síntesis, la apatía o escepticismo colectivo hacia el COVID hizo que pocos se presentaran a hospitales o se hicieran pruebas si enfermaban, siguiendo con sus vidas salvo que estuvieran muy graves. Esto influyó en las estadísticas (menos diagnosticados) y también en un menor estrés psicológico: al no haber una “psicosis” general, quizás se evitó saturar hospitales con casos leves.

  • Prácticas tradicionales y remedios caseros: Ante la falta de acceso a atención médica formal, muchos haitianos recurrieron a la medicina tradicional y a la fe. El vodú, religión practicada por una parte significativa de la población, jugó un rol interesante: un millar de sacerdotes vodú ofrecieron sus templos para aislar a pacientes de COVID cuando los hospitales no daban abastoen.wikipedia.orgen.wikipedia.org. También circuló el uso de tés de hierbas, infusiones de jengibre, ajo, y otras pociones caseras para “fortalecer el cuerpo”. Un empresario de 60 años comentó: “Todos los días bebo té verde con sal. Creo más en estos remedios que en las vacunas”clarin.com. Si bien no hay evidencia de que esas tisanas curen COVID, pudieron aliviar síntomas leves y dieron a la gente un sentido de control. La confianza en remedios naturales redujo la presión sobre el sistema de salud (muchos manejaron la enfermedad en casa). Organismos internacionales como OPS/OMS tomaron en cuenta la cultura local: entrenaron a sacerdotes vodú y parteras tradicionales para difundir mensajes preventivos en las comunidadesclarin.com, reconociendo que son líderes respetados a nivel local. Esta colaboración cultural tal vez ayudó a contener brotes en aldeas remotas o a aislar casos en los templos cuando no había hospitales disponibles.

  • Estigma y percepción del virus: Al inicio hubo mucho miedo y estigmatización de los enfermos. Casos reportados relatan que comunidades rurales llegaron a amenazar con violencia a personas sospechosas de tener COVID, por temor a la propagaciónperiodismoinvestigativo.com. Por ejemplo, en Milot unos vecinos intentaron linchar a una profesora que creían infectadaperiodismoinvestigativo.com. Esta reacción extrema, nacida del pánico y la desinformación, hizo que muchos ocultaran síntomas o evitaran admitir estar enfermos. El lado positivo es que quienes presentaban síntomas serios se aislaban por vergüenza o miedo a represalias, reduciendo contagios comunitarios (“efecto cuarentena espontánea”). El lado negativo es que probablemente varios murieron en sus hogares sin recibir ayuda, ni ser contabilizados (volvemos al tema de subregistro). En cualquier caso, la negación y minimización del COVID se volvió común: “una parte de la gente cree que nunca ha habido COVID-19 en Haití”, reportó un investigador, y otros dicen “no haber visto la ola de muertes que fue pronosticada”periodismoinvestigativo.com. Esta percepción colectiva de que “no pasó nada grave” reforzó el ciclo de apatía: la gente no demandaba pruebas ni atención, por lo que oficialmente había pocos casos, lo que a su vez confirmaba su creencia de que el COVID no era un problema serio en Haití.

En resumen, los factores socioculturales en Haití – vida principalmente exterior, baja movilidad internacional, respuesta social relajada y enfoques tradicionales – crearon un entorno donde el virus pudo haberse propagado de forma lenta y con impacto atenuado en términos visibles. Sin cuarentenas estrictas ni suspensión prolongada de actividades, Haití evitó algunos de los daños colaterales (desempleo masivo, estrés) pero también dificultó medir la pandemia en tiempo real. La normalidad cotidiana volvió rápido, en parte porque “Haití enfrenta tantos otros problemas grandes… la gente no ve al COVID como un problema mayor para nosotros”npr.org, dijo Gautier. No obstante, esta “normalidad” se dio con un costo potencial: posible subregistro de casos y muertes, que exploraremos más adelante.

Estado del Sistema de Salud y Capacidad de Diagnóstico

Haití entró a la pandemia con un sistema de salud sumamente frágil, resultado de décadas de pobreza y crisis. Lejos de colapsar dramáticamente (como se temió), la realidad es que el sistema jamás llegó a detectar o atender masivamente los casos, por falta de recursos. Esto tiene dos implicaciones: pudo limitar la propagación (porque muchos enfermos nunca acudieron a hospitales, evitando conglomeraciones) pero también causó un enorme subregistro estadístico. Veamos los puntos principales:

  • Escasa infraestructura hospitalaria: Antes de la COVID-19, Haití ya tenía muy pocas camas de hospital y de cuidados intensivos para su población. Según reportes, “Ahora sólo hay alrededor de 124 camas en unidades de cuidados intensivos y menos de 100 ventiladores para una población de unos 11 millones”haitisolidarity.net. ¡Esto es ínfimo! A modo comparativo, República Dominicana (mitad de población) tenía varios cientos de camas UCI y Estados Unidos miles. Con tan limitadas plazas, era imposible hospitalizar a todos los casos severos si ocurría una gran ola. De hecho, durante el primer pico serio en junio 2021, “los pocos hospitales haitianos que tratan COVID-19 se han visto tan abrumados que están rechazando pacientes”business-humanrights.org. Hubo planes de habilitar hospitales de campaña en estadios que no se concretaron por falta de fondosatlantablackstar.com. Esto significa que muchas personas graves nunca recibieron atención médica adecuada, falleciendo en casa o en camino, fuera del radar oficial. Médicos Sin Fronteras describió esa ola: “Muchas personas están muriendo al llegar en ambulancias” (es decir, ya no alcanzaban cama)business-humanrights.org. Así, la mortalidad real pudo ser mayor pero invisibilizada por la incapacidad del sistema. Por otro lado, el colapso parcial fue de corta duración; tras ese pico, los casos bajaron y algunas salas COVID cerraron por falta de pacientesatlantablackstar.com. Esto refuerza la idea de olas breves manejadas mayormente fuera de hospitales.

  • Capacidad de pruebas diagnósticas extremadamente limitada: Haití realizó muy pocos tests PCR durante toda la pandemia, especialmente al inicio. En 2020 apenas tenía 2 laboratorios capaces de procesar pruebasnpr.org. Según datos oficiales, entre marzo y junio de 2020 se hicieron en promedio solo ~2,400 pruebas por mesperiodismoinvestigativo.com. ¡En 5 meses apenas ~12,500 tests! Para ponerlo en contexto, la vecina República Dominicana realizaba ~20,000 pruebas mensuales en ese mismo periodoperiodismoinvestigativo.com, y países desarrollados cientos de miles. Hasta octubre de 2021 Haití había hecho unas 119 mil pruebas acumuladas, mientras RD más de 2 millonesperiodismoinvestigativo.com. Con tan poca detección, decenas de miles de contagios reales no quedaron confirmados. Las autoridades haitianas reconocieron que establecían criterios muy estrictos para aprobar una prueba: solo pacientes con síntomas evidentes eran testeados, “para no desperdiciar recursos, ya que una PCR cuesta más de $100” y las máquinas eran compartidas con programas de TB y VIHperiodismoinvestigativo.com. Como indicó el director de salud, Lauré Adrien, “se hicieron pruebas en pequeñas cantidades” por esas limitacionesperiodismoinvestigativo.com. Esto explica en parte los bajos conteos oficiales de casos (y por ende de muertes): si no se diagnosticó a los enfermos leves ni moderados, tampoco se iba a registrar su recuperación o fallecimiento por COVID.

  • Debilidades en vigilancia epidemiológica: Más allá de las pruebas, Haití carece de un sistema sólido de registro de defunciones por causa. Muchas personas mueren por enfermedades comunes (diarreas, malaria, partos) y nunca quedan registradas en una base de datos nacional. La ONU señaló que “es bien probable que las estadísticas oficiales no reflejen todos los casos” de COVIDdiariolibre.com, dada la capacidad limitada de pruebas y de seguimiento de contactos. Haití tampoco realizó estudios de exceso de mortalidad durante 2020-2021 que pudieran dar una idea de las muertes indirectas o no diagnosticadas. Por tanto, la fiabilidad de las cifras es baja. Aun así, hasta autoridades haitianas se mostraban perplejas de que, a pesar de ese subregistro, no percibían un aumento inusual de muertes en las comunidades: “No parece que hubiera subregistro… la hecatombe anunciada no se ha producido y el nivel de contagio sigue siendo bajo” dijo el Dr. Marc Edson Augustin del Hospital St. Lucperiodismoinvestigativo.com. Esta observación sugiere que incluso contando los casos no detectados, Haití efectivamente tuvo una mortalidad menor a la esperada. No hubo señales de morgues desbordadas ni cementerios colapsados, como lamentablemente ocurrió en otras naciones. Es posible que muchos fallecimientos atribuidos a neumonía o causa desconocida fueran COVID no diagnosticado, pero aparentemente no al nivel de alterar las estadísticas de mortalidad nacionales.

  • Desconfianza en el sistema de salud y baja utilización: Otro factor es que la población haitiana, en gran parte, desconfía de acudir a hospitales (por costos, por corrupción o miedo). Durante la pandemia esto se exacerbó: había temor de que si uno iba al hospital “lo aislarían” o lo estigmatizarían. De hecho, inicialmente algunos pacientes escapaban o se negaban a ser internados. Un cirujano comentó que “los infectados temen ser víctimas de la población”periodismoinvestigativo.com, y un caso citado es la mujer de 60 años en zona rural que “se negó a ser hospitalizada y se recuperó por su cuenta con infusiones de hierbas locales”periodismoinvestigativo.com. Solo gracias a que su nuera trabajaba en un laboratorio se confirmó que tenía COVIDperiodismoinvestigativo.com. Historias así eran comunes: la gente optaba por cuidarse en casa. Esto significa que muchos casos nunca ingresaron al sistema formal. Los hospitales haitianos llegaron incluso a ser amenazados por comunidades si abrían salas COVID (hubo intentos de incendiar un hospital que iba a tratar la enfermedad)periodismoinvestigativo.com, forzando el cierre de algunos centros de aislamiento. Todo esto llevó a que el manejo de la pandemia fuese mayormente extrahospitalario, con menor sobrecarga visible pero también menos datos clínicos.

  • Respuesta internacional focalizada: Haití recibió ayuda modesta de la comunidad internacional para pruebas, equipos de protección y capacitación. La Organización Panamericana de la Salud envió kits de prueba (unos 500 inicialmente) y entrenó a 2,800 trabajadores de salud comunitariosclarin.com. También EE.UU. donó 37 ventiladoresht.usembassy.gov. Sin embargo, la escala de esta asistencia fue pequeña comparada con la necesidad potencial. La llegada tardía de vacunas fue otro reflejo: COVAX ofreció 756 mil dosis AstraZeneca para mayo 2021, pero se retrasaron por trámites e incluso Haití declinó un envío inicial por dudas sobre la vacunaclarin.comatlantablackstar.com. Tras iniciar la vacunación en julio 2021, la demanda fue tan baja que Haití tuvo que devolver 250,000 dosis para evitar su vencimientoperiodismoinvestigativo.com. Esta baja cobertura vacunal (menos del 1% completó esquema en 2021) significa que la población enfrentó al virus con muy poca ayuda médica o farmacológica, dependiendo más de su inmunidad natural y cuidados tradicionales.

En conclusión, las limitaciones del sistema de salud haitiano condujeron a un importante subregistro de casos y muertes, lo que en parte explica sus bajas cifras oficiales. No obstante, también es cierto que, de haber ocurrido una mortalidad catastrófica, se habría observado de manera informal (funerales, cadáveres, etc.), y eso no se reportó ampliamente. Así que el deficiente sistema de salud es un arma de doble filo en la interpretación: ¿Haití tuvo pocas muertes porque su población no enfermó gravemente, o simplemente porque no las contamos bien? Probablemente ambas cosas tienen algo de verdad. Para ahondar en la primera posibilidad (menor impacto real del virus), revisemos las hipótesis biológicas e inmunológicas.

Hipótesis Genéticas o Inmunológicas

Una de las preguntas más intrigantes es si los haitianos pudieran tener alguna ventaja inmunológica o genética frente al COVID-19 en comparación con otras poblaciones. Aunque no hay evidencia concluyente específica de Haití, se han planteado varias teorías en contextos similares (África, sur de Asia) que podrían aplicar:

  • Exposición previa a otros coronavirus (inmunidad cruzada): Una hipótesis prominente es que poblaciones de países tropicales, viviendo en condiciones de hacinamiento, están constantemente expuestas a diversos patógenos, incluidos coronavirus estacionales (los que causan resfriados comunes). Esta exposición repetida podría conferir inmunidad cruzada parcial frente al nuevo SARS-CoV-2. Científicos en Sudáfrica propusieron que en barrios pobres muy densos, la circulación frecuente de virus respiratorios endémicos habría entrenado al sistema inmunitario de las personas, dándoles “algún grado de inmunidad de protección cruzada preexistente… [que] podría explicar por qué la epidemia no se propagó con la misma velocidad” o severidadbbc.com. El virólogo Shabir Madhi señaló que esto “podría explicar por qué la mayoría [en África] ha tenido infecciones leves o asintomáticas”, y comenta: “No puedo pensar en nada más que explique la cantidad de personas completamente asintomáticas que estamos viendo. Las cifras son absolutamente increíbles”, considerando la posibilidad de que la pobreza y la alta exposición a patógenos hayan dado un inesperado beneficio inmunitariobbc.combbc.com. En Haití, donde las infecciones respiratorias y diarreicas son comunes desde la infancia, es plausible que existiera cierto nivel de inmunidad de base. Esto podría manifestarse en respuestas de células T entrenadas o anticuerpos no específicos que redujeran la carga viral del SARS-CoV-2 antes de que cause estragos. Un estudio de seroprevalencia en un hospital de Puerto Príncipe halló que ya a mediados de 2021, 28.7% de las personas tenían anticuerpos contra COVID-19 (o sea, se habían infectado) – un porcentaje mucho mayor al detectado oficialmentepubmed.ncbi.nlm.nih.gov. Sin embargo, la mayoría no había enfermado gravemente. Los investigadores concluyen que la fatalidad fue menor que en países ricos, lo cual “apunta a factores inciertos que pueden conferir resistencia inmunológica en la población haitiana”pubmed.ncbi.nlm.nih.gov. Esa “resistencia” podría ser justamente la inmunidad cruzada por infecciones previas de otros coronavirus u organismos (dengue, malaria, etc., aunque esto último es más especulativo).

  • Vacunación con BCG y “inmunidad entrenada”: Haití, como muchos países de bajos ingresos, tiene incluido en su calendario la vacuna BCG (contra la tuberculosis) en recién nacidospmc.ncbi.nlm.nih.gov. La BCG ha sido vinculada por varios estudios a la hipótesis de “trained immunity”, donde estimula el sistema innato de forma amplia. Observacionalmente se notó que países con vacunación BCG universal tendían a tener menos muertes por COVID al inicio que países que no la aplican (ejemplo: Portugal vs. España, o Japón vs. Italia)elsevier.es. Un artículo de revisión sugirió que “la inmunización universal con BCG puede brindar gran protección contra la infección y severidad de COVID-19, pues induce una respuesta inmune antiviral innata de largo plazo”elsevier.es. En Haití la cobertura de BCG es alta (aunque en años recientes ha habido interrupciones por escasez). Es posible, entonces, que la población haitiana mayor de 40-50 años aún tuviera cierta memoria inmune de la BCG (dado que la protección entrenada se estima dura décadaselsevier.es), lo cual podría haber contribuido a respuestas más eficaces ante el SARS-CoV-2. Esto sigue siendo una hipótesis globalmente debatida – estudios clínicos formales están en curso – pero es un factor interesante a considerar en Haití. La BCG además reduce la mortalidad infantil por otras infecciones en general, indicando un robustecimiento inmune inespecíficoelsevier.es.

  • Perfil genético poblacional: Los haitianos tienen mayoritariamente ascendencia africana subsahariana. Algunos han preguntado si podría haber factores genéticos que influyan en la susceptibilidad al COVID-19 (por ejemplo, ciertos alelos en genes HLA, frecuencia de grupo sanguíneo O que se ha asociado a menor riesgo, menor prevalencia de la variante de receptor ACE2 que predispone a cuadros graves, etc.). Hasta ahora, no se ha identificado un factor genético protector específico en poblaciones afrocaribeñas en lo referente a COVID. No obstante, cabe mencionar que países con genética similar (naciones africanas) también mostraron menor mortalidad, sugiriendo que si hay un componente genético, este podría solaparse con factores ambientales. Algunos estudios iniciales encontraron que individuos de origen africano tenían ligeramente menor expresión de receptores ACE2 en pulmón, lo que podría reducir la entrada del virus, pero la evidencia no es concluyente. En todo caso, las diferencias genéticas no parecen ser el factor principal, ya que afrodescendientes en Brasil o EUA sufrieron altas tasas de mortalidad en entornos socioeconómicos distintos. Es más probable que las condiciones de vida (más que la genética en sí) expliquen la ventaja observada en Haití.

  • Sistema inmune robusto por necesidad: Una forma más general de plantearlo es que la población haitiana, acostumbrada a enfrentar enfermedades infecciosas desde temprana edad (dengue, chikungunya, parasitosis, etc.), podría tener un sistema inmunológico más activo o preparado para nuevos patógenos en comparación con poblaciones de países desarrollados. Esta idea es difícil de medir, pero se alinea con la noción de “inmunidad innata constantemente estimulada”. Paradójicamente, la misma pobreza que genera desnutrición (lo cual debilita la inmunidad adaptativa) también conlleva exposición a múltiples microbios, lo que entrena la inmunidad innata. Algunos expertos llegaron a decir metafóricamente que “la pobreza podría resultar ser la mejor defensa contra la COVID-19”bbc.combbc.com, refiriéndose a este fenómeno visto en África. En Haití, muchos médicos locales también opinaban que “la fortaleza del sistema inmune de la gente” y “el uso extendido de remedios naturales” contribuían al bajo impactopmc.ncbi.nlm.nih.govpmc.ncbi.nlm.nih.gov (percepciones recogidas en estudios cualitativos).

En suma, no hay una característica biológica confirmada que haga a los haitianos intrínsecamente menos vulnerables al coronavirus, pero sí existen varias hipótesis plausibles de inmunidad preexistente o “ventaja oculta”. La combinación de un efecto protector de infecciones previas y vacunas como la BCG, sumada a la baja edad media, pudo resultar en que una porción significativa de la población ya tenía cierta respuesta inmune capaz de contener al virus antes de que causara neumonías severas. Esto contribuiría a menos casos críticos y, por ende, menos muertes.

No obstante, también debemos enfatizar que la menor mortalidad aparente podría ser, en parte, una ilusión estadística debido al subregistro. Abordemos directamente ese tema.

Subregistro de Casos y Muertes

Un aspecto inevitable al analizar las cifras oficiales de Haití es la posibilidad de subestimación significativa de los contagios y fallecimientos reales por COVID-19. Diversas fuentes coinciden en que Haití no tiene datos completos, lo cual infla “artificialmente” su posición como país de baja mortalidad. Puntos a considerar:

  • Muy pocos casos diagnosticados en relación a la población: Hasta septiembre de 2021, Haití reportó ~21 mil casos confirmados acumuladosen.wikipedia.org. Para esa fecha, República Dominicana llevaba más de 350 mil, y países de similar población como Bolivia o Cuba superaban los 100 mil. La baja cifra de casos detectados en Haití se debe al bajísimo número de pruebas realizadas, como detallamos en la sección de salud. Con menos de 140 mil pruebas hechas en año y medioperiodismoinvestigativo.com, simplemente no se estaba buscando activamente a los infectados. El Dr. Pape, principal experto haitiano, admitió: “en aquel entonces [2020], el país solo tenía dos lugares que podían hacer pruebas, así que el número real de infecciones es desconocido”npr.org. Cuando las pruebas aumentaron ligeramente en 2021, ya muchos se habrían contagiado antes sin ser registrados. Un estudio de seroprevalencia mencionado encontró aproximadamente 30% de personas con anticuerpos en la capital a mediados de 2021pubmed.ncbi.nlm.nih.gov. Si extrapolamos, eso implicaría cientos de miles de infectados reales, frente a apenas ~20 mil en registros para ese entonces – es decir, el virus habría infectado a decenas de veces más personas que las contabilizadas oficialmentepubmed.ncbi.nlm.nih.gov. Esto sugiere un subregistro de varios órdenes de magnitud.

  • Muertes no contabilizadas como COVID: Para que Haití tuviera solo 860 muertes oficiales hasta 2024, muchas muertes por neumonías podrían no haber sido atribuidas al coronavirus por falta de prueba o diagnóstico. La ONU en 2020 ya advertía que los datos debían tomarse con cautela porque es probable que no incluyeran todos los fallecimientosdiariolibre.com. Además, en un país donde normalmente no se certifican todas las causas de muerte, es fácil que fallecidos por COVID hayan sido clasificados como “causa desconocida” o “fiebre” en comunidades rurales. Durante la ola de mayo-junio 2021, por ejemplo, periodistas reportaron incremento de muertes en zonas urbanas que no llegaban al conteo oficial. Médicos haitianos creen que sí hubo más de 727 muertes reales (la cifra oficial a fines de 2021), pero que muchas ocurrieron sin diagnóstico confirmatoriobusiness-humanrights.orgperiodismoinvestigativo.com. No obstante, el subregistro tiene un límite: si hubiese miles de defunciones extra, se habría notado en exceso de mortalidad general. Hasta ahora, no se ha documentado en Haití un exceso de muertes enorme en 2020-2021 (en parte porque no hay datos fiables de años anteriores para comparar, pero los reportes cualitativos no indican morgues desbordadas). Es posible que el verdadero número de muertes por COVID en Haití sea, digamos, el doble o triple del oficial (quizás 2,000 en lugar de 800), pero aun así seguiría siendo bajo en términos per cápita comparado con otros países.

  • Ejemplo de Nicaragua y otros países con subregistro deliberado: Haití no fue el único país con cifras “sospechosamente” bajas. En América Latina, Nicaragua también prácticamente no impuso medidas, no hizo pruebas masivas y reportó menos de 200 muertes en 2020, lo cual luego se supo subestimaba severamente la realidad (por registros de entierros y ONG independientes). En África, Tanzania dejó de publicar datos tras pocas muertes, insistiendo que la pandemia había terminado por intervención divina, lo cual encubrió muchos fallecimientos. Haití, a diferencia de estos casos extremos, no negó la existencia del virus ni impidió informar, pero simplemente no tenía capacidad de medirlo. Así que su subregistro es más por falta de medios que por manipulación. Aun así, la consecuencia es similar: los datos oficiales haitianos no cuentan toda la historia.

  • Reconocimiento por parte de autoridades y expertos locales: Varios funcionarios haitianos admitieron este subregistro. El Ministerio de Salud haitiano expresó perplejidad de la baja incidencia registrada, reconociendo que una parte se debía a “falta de datos fiables”elpais.com. Incluso en medios locales se hablaba de “muertos sin contar”periodismoinvestigativo.com. Sin embargo, también hay quienes argumentan que la baja mortalidad es real y no un artefacto. Por ejemplo, el trabajo demográfico citado anteriormente sugiere que Haití “se benefició” de su población joven y que “no parece que hubiera subregistro” significativo que altere esa conclusiónaacademica.org. Esta afirmación se basa en que no se observó impacto en la estructura demográfica; es decir, si hubieran muerto muchos ancianos, se notaría en la pirámide poblacional. Pero dado que los mayores de 65 son tan pocos, es difícil notar variaciones. En cualquier caso, la ausencia de evidencias de gran subregistro no es evidencia de ausencia – la incertidumbre persiste.

En resumen, es prácticamente seguro que Haití subestimó sus contagios y probablemente también sus muertes por COVID-19, debido a sus limitaciones en pruebas y registro. Esto infló su estatus de “tasa de mortalidad más baja”. Aun así, la mayoría de analistas concuerdan en que incluso corrigiendo el subregistro, Haití habría tenido un impacto menor que el pronosticado originalmenteclarin.comelpais.com. La clave está en que varios factores favorables (población joven, posible inmunidad cruzada, clima) se alinearon para que la hecatombe no ocurriera, como lo expresó con alivio el Dr. Augustin: “la hecatombe anunciada no se ha producido”periodismoinvestigativo.com.

Por tanto, el subregistro explica una parte del enigma, pero no lo es todo. Para dimensionar mejor, es útil comparar a Haití con otros países de características similares.

Comparación con Países de Contexto Similar

Al comparar a Haití con otras naciones, debemos distinguir entre los datos oficiales reportados (que ya vimos pueden subestimar la realidad) y las características contextuales. Aquí haremos ambas cosas: contrastar cifras oficiales de Haití con las de países vecinos y con promedios regionales, así como cotejar factores como demografía y clima.

Indicadores clave de Haití vs. República Dominicana y África subsahariana:

Indicador Haití (dato aprox. 2020-2024) Rep. Dominicana (2020-2024) África (continente) (aprox. 2022)
Población (millones) 11.6datosmacro.expansion.com 10.7datosmacro.expansion.com ~1,340
Edad mediana 23 añosaacademica.org (muy joven) ~28 años (joven, pero > Haití) ~20 años (promedio África)
% ≥ 65 años ~4-5%aacademica.org ~7% ~3% (en SSA, 2020)
Muertes oficiales por COVID / millón ~74datosmacro.expansion.com (muy baja) 409datosmacro.expansion.com (moderada) ~190elpais.com (promedio África)
Casos confirmados / millón ~2960 (≈0.3%)datosmacro.expansion.com 61,740 (6.17%)datosmacro.expansion.com ~685 (0.07%) (África, muy bajo)
Tasa letalidad oficial (muertes/casos) 2.5%datosmacro.expansion.com (alta, subdetección) 0.66%datosmacro.expansion.com (más tests) ~2-3% (variable)
Inicio vacunación COVID Jul 2021en.wikipedia.org (último en Américas) Feb 2021 (temprano) Variado (Marzo-Julio 2021 en África)
% población con vacuna completa (2022) ~2%reliefweb.int (ultrabajo) ~55% (moderado) ~15% (África en 2022)

Fuentes: Datos oficiales de población y COVID de Expansión/Datosmacrodatosmacro.expansion.comdatosmacro.expansion.com; indicadores demográficos de estudios regionalesaacademica.orgelpais.com; cobertura vacunación OPS/OMS.

En la tabla destaca que Haití reporta muchos menos casos y muertes por millón que República Dominicana, pese a poblaciones similares. La R.D. tuvo ~4,384 fallecidos (409 por millón)datosmacro.expansion.com vs. 860 en Haití (74 por millón)datosmacro.expansion.com. Esta diferencia de ~5.5 veces puede atribuirse en parte a subregistro haitiano, pero también a realidades distintas: la media de edad dominicana es mayor, su urbanización y conexiones internacionales más altas (permitiendo mayor propagación inicial), y aunque vacunaron antes, también tuvieron fuertes olas antes de la vacunación. La letalidad aparente en Haití (2.5%) es mayor que en R.D. (0.66%) porque Haití detectó principalmente casos graves (sesgo de diagnóstico), mientras Dominicana hizo testeo más amplio incluyendo casos leves. Esto confirma que Haití pasó “por debajo del radar” muchos contagios leves.

Comparando Haití con el promedio de África subsahariana, vemos paralelismos: poblaciones jóvenes (edad mediana ~20) y muertes por millón bajas. África con 17% de la población mundial aportó solo ~3.5% de las muertes globales reportadas hacia fines de 2020elpais.com. En octubre 2020 África entera sumaba ~35 mil muerteselpais.com; Haití tenía entonces 231diariolibre.com. Por supuesto, el continente africano es heterogéneo: países como Sudáfrica o Egipto sufrieron fuertes impactos (Sudáfrica excedió 100,000 muertes, con población 6 veces la de Haití), mientras que otros como República Democrática del Congo (90 millones hab.) registraron apenas 1,376 muertesreuters.com, una tasa casi igual de baja que Haití. En general, África y Haití comparten las explicaciones de baja mortalidad: población joven, posible inmunidad preexistente, clima cálido, y subregistro por sistemas de salud débileselpais.com. En palabras de un reporte de El País: “África representa el 17% de la población mundial, pero solo un 3,5% de las muertes por covid-19 comunicadas […] La población mucho más joven de África explica gran parte […] y la parte restante probablemente se deba a la falta de datos fiables, aunque hay otras explicaciones plausibles: diferencias climáticas, inmunidad preexistente, factores genéticos o de comportamiento”elpais.comelpais.com. Esta enumeración calza casi perfectamente con Haití.

Veamos otros casos comparativos en el Caribe/Latinoamérica y África:

  • Caribe insular: Muchos países del Caribe cerraron fronteras y contuvieron bien la primera ola, pero luego sufrieron con variantes más contagiosas. Por ejemplo, Cuba (también ~11 millones hab.) tuvo muy pocas muertes en 2020 gracias a cuarentenas estrictas, pero en 2021-22 registró ~8,500 muertes totales (≈750 por millón), diez veces más que Haití, a pesar de tener mejor sistema de salud y eventualmente vacunar al 80% de su población. La diferencia fue que Cuba tiene población más envejecida (median ~42 años) y urbanizada, lo que resultó en muchas muertes cuando el virus finalmente se propagó (especialmente con la variante Delta antes de que la vacunación hiciera efecto). Jamaica (2.9 mill hab., mediana ~30 años) acumuló ~3,300 muertes (≈1,100 por millón), explicables por su población más vieja que Haití, altas comorbilidades (Jamaica tiene tasas de obesidad mayores) y oleadas tras reabrir turismo. Esto resalta que Haití es un caso extremo dentro del Caribe: ni siquiera enfrentó un brote grande con Delta u Ómicron como sus vecinos, quizás por su aislamiento y baja movilidad internacional continuada debido al caos interno.

  • Centroamérica y países pobres de AL: Mencionamos el caso de Nicaragua, que oficialmente tiene ~245 muertes (¡35 por millón!) en 6 millones de habitantes, aún más bajo que Haitíperiodismoinvestigativo.com. No obstante, analistas estiman que Nicaragua ocultó miles de muertes (con informes independientes situando el exceso de fallecidos en más de 5,000). Es decir, en Nicaragua el subregistro probablemente es muy alto. En Haití, aunque existe subregistro, la sensación general es que no hay evidencia de un exceso de muertes oculto masivo. Venezuela también reportó tasas bajas (150 por millón) atribuibles a falta de pruebas, pero evidencias de terreno (entierros) muestran que fue mayor. Haití se distingue porque no vemos señales claras de esa mortalidad oculta masiva; esto podría ser por su pirámide joven.

  • Otros países africanos de tamaño similar: Tomemos Somalia (~16 mill. hab, estado fallido con guerra): oficialmente ~1,360 muertes (85 por millón), muy parecido a Haití. Níger (~25 mill hab, mediana edad 15): reportó ~312 muertes (12 por millón), aún más bajo que Haití, también atribuible a juventud extrema y casi nula detección. Senegal (~17 mill hab, mediana 19): ~1,970 muertes oficiales (115 por millón), un poco más que Haití, pero Senegal tiene mejor registro. Estos ejemplos confirman que Haití encaja en un patrón observado en naciones de bajos ingresos y población joven que, ya sea por suerte o subregistro (o ambos), evitaron las catastróficas mortalidades vistas en países más envejecidos.

En conclusión comparativa, Haití se asemeja más a países africanos pobres en sus resultados que a sus vecinos latinoamericanos. Su caso apoya la idea de que la demografía joven es un factor decisivo, potenciada por bajo contacto global, posibles ventajas inmunológicas y la desafortunada falta de datos completos. Haití se ubica en el extremo de baja mortalidad junto con unos pocos países (muchos en África), lo que refuerza que su experiencia no es totalmente única, sino parte de un “misterio” global que aún se investiga: ¿por qué algunas poblaciones sufrieron menos los estragos del COVID-19?

Evolución de la Pandemia en Haití (2020-2025)

Para comprender mejor el panorama, vale la pena repasar cómo se desarrollaron los contagios y muertes de COVID-19 en Haití a lo largo del tiempo y qué eventos marcaron cada etapa:

  • Marzo 2020 – Junio 2020: Primeros casos y primera ola moderada. El 19 de marzo de 2020 Haití confirmó sus dos primeros casos de COVID-19haitisolidarity.net (procedentes de Europa). El gobierno reaccionó rápido declarando emergencia, cerrando fronteras y escuelas, y recomendando distanciamiento. Se temía un desastre debido a la noticia de estragos en Italia, Nueva York, etc. Hubo pánico inicial; la población estaba indignada por la falta de preparación del gobiernohaitisolidarity.net. En mayo 2020, OPS advertía de “una tormenta perfecta aproximándose” a Haitíen.wikipedia.org. La primera ola de contagios ocurrió entre mayo y junio de 2020, alcanzando un pico de unos 200 casos diarios detectados a principios de junio y saturando parcialmente algunos hospitales. Médicos Sin Fronteras alertó que en menos de un mes se pasó de 100 a más de 2,600 casos y 50 muertesen.wikipedia.org. Sin embargo, este pico pronto descendió. Al cumplir siete meses de pandemia (octubre 2020), Haití acumulaba oficialmente 8,976 contagios y 231 muertesdiariolibre.com. Las autoridades, al ver estas cifras tan bajas, expresaron su perplejidad varias vecesdiariolibre.com. Para entonces, todas las actividades económicas ya operaban a plena capacidad sin medidas, y la ONU destacó que el cierre temprano de fronteras contribuyó a frenar la transmisióndiariolibre.com. La población, tras esa ola leve, relajó completamente las precauciones. En las calles haitianas a fines de 2020 la pandemia prácticamente no era visiblediariolibre.com.

  • Finales 2020 – abril 2021: Larga meseta de baja incidencia. Durante el resto de 2020 y primer trimestre de 2021, Haití mantuvo niveles muy bajos de casos reportados (generalmente menos de 30 diarios) y en muchas fechas 0 muertes diarias. Las pocas restricciones se levantaron: escuelas reabrieron, eventos masivos como el Carnaval 2021 en febrero se realizaron con gran asistencianpr.org. No había vacuna aún. Esto creó una falsa sensación de invulnerabilidad. Los haitianos veían noticias de tragedias en otros países (Ej: segunda ola mortal en México o Brasil) y se preguntaban por qué “no pasó lo mismo aquí”. Para abril 2021, Haití sumaba apenas 254 muertes atribuidas a COVID-19 en toda la pandemianpr.orgnpr.org, manteniéndose con la tasa de muerte por millón más baja del hemisferio. En este punto, expertos internacionales seguían sin explicarse el fenómeno: “Pensé que [el virus] destruiría nuestro país en un par de semanas”, dijo un estudiante, pero no ocurrióhaitiantimes.com. La población general perdió el miedo: encuestas mostraban que muchos creían que la amenaza había sido exagerada o incluso que “el COVID no existe en Haití”. Este relajamiento, sin embargo, preparó el escenario para la siguiente ola.

  • Mayo – Julio 2021: Segunda ola y momento más crítico. A mediados de mayo de 2021 Haití experimentó un repunte significativo de casos y muertes, asociado a variantes más contagiosas (Gamma o Beta) que probablemente entraron desde fuera. El Ministerio de Salud confirmó la circulación de variantes Delta y Mu en septiembre, pero es posible que en mayo-junio circularan Gamma (Brasil) y Alpha (UK) tambiénperiodismoinvestigativo.com. En cualquier caso, los hospitales comenzaron a llenarse por primera vez a gran escala. Junio de 2021 fue el peor mes: se registraron récords como 11 muertes en un solo día, y el total de fallecidos superó 400periodismoinvestigativo.comswissinfo.ch. Los principales centros de COVID en Puerto Príncipe colapsaron, llegando a rechazar pacientes por falta de oxígeno y camasbusiness-humanrights.org. El gobierno, que hasta entonces había hecho poco, declaró estado de emergencia sanitaria el 24 de mayo 2021 e impuso toque de queda nocturno y obligatoriedad de mascarillasbusiness-humanrights.org. Sin embargo, el cumplimiento siguió siendo escaso – “pocos haitianos parecen respetarlas” se reportababusiness-humanrights.org. Esta ola dejó claro que Haití no era inmune: “el país vive el peor momento de la pandemia” tituló la prensa localbusiness-humanrights.org, con testimonios de muertes repentinas y aumento de casos graves. Aun así, las cifras oficiales seguían siendo relativamente bajas para >11 millones de personasbusiness-humanrights.org, lo que indicaba subdetección (OPS estimaba que era el “mayor incremento de casos desde el inicio” aunque no se veían en los números). En medio de esta crisis, el 7 de julio de 2021 ocurrió el magnicidio del presidente Jovenel Moïse, sumiendo al país en caos político, lo que hizo aún más difícil la respuesta al brote. Apenas una semana después, el 14 de julio, arribaron las primeras 500,000 dosis de vacunas (Moderna donadas vía COVAX)en.wikipedia.org, cuando Haití ya era el último país de América sin vacunarunicef.org. Pero la campaña de vacunación avanzó lentamente por la desconfianza y la inestabilidad (ese mismo agosto Haití sufrió un terremoto devastador en el suroeste, distrayendo recursos). Para fines de agosto 2021, la ola remitió: se contaban ~580 muertes acumuladasen.wikipedia.org. Muchos haitianos vieron que la “amenaza” había pasado otra vez, sin causar los estragos apocalípticos profetizados (aunque sí fallecieron centenares en unas semanas). Esto reforzó la renuencia a vacunarse: “El pueblo desconfía de la vacuna porque la hecatombe anunciada no se produjo y el nivel de contagio sigue siendo bajo”, explicaba el Dr. Augustin en diciembre 2021periodismoinvestigativo.com.

  • Finales 2021 – 2022: Introducción de variantes Delta y Ómicron, vacunación mínima. En septiembre 2021 se confirmaron oficialmente casos de la variante Delta (más letal) y Mu en Haitíperiodismoinvestigativo.com. Delta probablemente impulsó otra ola hacia finales de 2021, aunque los datos son incompletos. Posteriormente, a inicios de 2022, la variante Ómicron (muy contagiosa pero menos virulenta) llegó a Haití. Muchos países vieron una explosión de casos con Ómicron; en Haití, con poco testeo, apenas se notó en las cifras oficiales. Es posible que Ómicron infectara a una gran parte de la población haitiana a fines de 2021 y principios de 2022 de forma principalmente asintomática o leve, confiriendo ya una inmunidad amplia. Las muertes reportadas aumentaron muy poco en ese periodo: para julio 2022 Haití registraba 837 muertes acumuladasreuters.com, apenas 50 más que en octubre 2021. Esto sugiere que ni Delta ni Ómicron causaron tantas muertes identificadas como la ola de mediados de 2021. La vacunación seguía estancada: a septiembre 2022 solo ~2.2% de la población tenía el esquema completoreliefweb.int, por lejos la más baja de las Américas. Básicamente, Haití salió de la fase aguda de la pandemia con su población casi “virgen” de vacunas pero probablemente inmunizada de forma natural en gran proporción. El hecho de que Ómicron no causara un desastre sanitario puede deberse a esa inmunidad natural ganada en olas previas sumada a la menor letalidad intrínseca de Ómicron.

  • 2023 – 2024: Fin de la emergencia y situación actual. En 2023 el tema COVID prácticamente desapareció del debate público en Haití, eclipsado por problemas graves de seguridad (las pandillas controlando zonas de la capital), rebrotes de cólera y crisis socioeconómica. Las cifras oficiales de COVID se estancaron: ~34 mil casos y 860 muertes hasta agosto 2024datosmacro.expansion.com, sin registrar prácticamente nuevos contagios en 2023-2024 (lo que refleja más la ausencia de datos que la ausencia del virus). Haití nunca alcanzó ni el 3% de vacunación, pero paradójicamente no experimentó ninguna ola mortal posterior. La OMS dio por terminada la emergencia global en 2023, y en Haití pasó casi inadvertido porque la población hacía tiempo que no consideraba la COVID-19 como amenaza mayor. En retrospectiva, Haití “navegó” la pandemia con un impacto sorprendentemente bajo en comparación con casi cualquier otro país del hemisferio. Esto, por supuesto, dentro de la tragedia global: 860 muertes son una tragedia para 860 familias haitianas, pero a nivel poblacional es una cifra muy baja (por contraste, en República Dominicana esas 4,384 muertes superan incluso las pérdidas del devastador terremoto de 2010 en Haití). Haití evitó lo peor, aunque sea en parte porque sus desafíos y vulnerabilidades son de otra naturaleza.

Para resumir la evolución: Haití tuvo dos olas principales reconocidas (mediados 2020 y mediados 2021) pero nunca sufrió una mortalidad exponencial descontrolada. A partir de 2022 entró en la fase endémica con alta inmunidad natural y sin datos claros, pasando la página de la pandemia mientras seguía lidiando con sus crisis crónicas. Los pronósticos iniciales de desastre sanitario no se materializaron, y las razones de esto nos llevan de vuelta a todos los factores discutidos en este informe.

Conclusiones

El caso de Haití frente a la COVID-19 fue contrario a las expectativas iniciales: pese a su pobreza extrema, sistema de salud precario y tardía vacunación, registró una de las mortalidades más bajas del mundo por la pandemia durante los primeros años. Tras investigar en profundidad, podemos concluir que no existe una causa única para este fenómeno, sino un conjunto de factores entrelazados que juntos brindaron a Haití una especie de “escudo invisible”:

  • Demografía favorable: La juventud masiva de la población haitiana significó pocos individuos en grupos etarios de alto riesgo. Esto por sí solo redujo drásticamente la mortalidad esperada – Haití “se vio beneficiada de su atraso en la transición demográfica”, con muy baja proporción de ancianosaacademica.org.

  • Ambiente tropical y estilo de vida: La vida mayormente al aire libre, con mucha ventilación natural y exposición solar, probablemente disminuyó la tasa de transmisión en entornos cerrados y mantuvo cargas virales ambientales más bajas. Si bien el clima cálido no impide la circulación del virus, pudo ayudar a que los brotes fuesen más lentos y manejables, dando margen al sistema inmunitario de las personas para responder.

  • Posible inmunidad preexistente: Hipótesis de inmunidad cruzada por exposición a otros coronavirus u otros patógenos sugieren que muchos haitianos podrían haber tenido cierta protección inmunitaria de base. Esto habría llevado a más infecciones asintomáticas y menos neumonías graves, similar a lo observado en parte de Áfricabbc.combbc.com.

  • Interacción sociocultural: La baja movilidad internacional, las redes comunitarias y el recurso a remedios tradicionales significaron que la enfermedad se gestionó en casa en muchos casos, evitando saturar hospitales. La población, preocupada por otros problemas, no enfocó su atención en el COVID-19, lo cual irónicamente pudo reducir conductas de pánico que a veces agravan las crisis. Sin embargo, esta misma actitud conllevó descuido de medidas preventivas, compensado hasta cierto punto por los factores ya mencionados (juventud, aire libre, etc.).

  • Subregistro estadístico: Haití no contó (y posiblemente no detectó) todos sus casos y muertes. Esto infló su estatus de “baja mortalidad” en las cifras oficialesdiariolibre.com. Aun así, la ausencia de evidencia de un exceso de mortalidad grande sugiere que el subregistro, aunque importante, no oculta un desastre sanitario, sino más bien pérdidas moderadas. El “misterio” de Haití es menos desconcertante cuando se consideran estos elementoselpais.com, pero sigue habiendo incógnitas.

En definitiva, Haití desafió los pronósticos apocalípticos y su experiencia se alinea con la de otras naciones de características similares, reforzando lecciones valiosas: la estructura por edad de la población y la salud comunitaria de base son determinantes críticos en el impacto de pandemias; el desarrollo económico no siempre correlaciona linealmente con mejores resultados sanitarios en crisis inéditas (de hecho, las sociedades ricas y longevas fueron las más golpeadas por COVID-19). Haití nos recuerda también la importancia de fortalecer los sistemas de vigilancia epidemiológica: la falta de datos confiables dificulta evaluar la verdadera magnitud de lo ocurrido y aprender de ello.

Al día de hoy, Haití enfrenta retos urgentes (políticos, humanitarios, de seguridad) mucho más acuciantes en la opinión de su gente que la COVID-19. La pandemia allí pasó sin hacer tanto ruido como en otros lugares, dejando más preguntas que respuestas para la ciencia. Como concluyó un reporte: “Por el momento, no hay suficientes investigaciones ni documentación que explique por qué algunos países son menos afectados por casos severos de COVID-19”clarin.com. El caso haitiano seguirá siendo estudiado por epidemiólogos para discernir cuánto peso tuvieron cada uno de estos factores. No obstante, de lo que no cabe duda es de que Haití tuvo, en efecto, un impacto extraordinariamente bajo en términos de muertes reportadas por COVID-19, ya sea por protección natural, por falta de registro, o – muy probablemente – por una combinación de ambas. En palabras del Dr. Jean “Bill” Pape: “una combinación de factores ha mantenido la tasa de muerte tan baja”npr.org, y el tiempo y la investigación científica tendrán la tarea de terminar de descifrar ese rompecabezas epidemiológico.

Fuentes consultadas: Estudios de seroprevalencia, informes de la OMS/OPS, datos oficiales del Ministerio de Salud de Haití, artículos científicos y reportajes de prensa (AFP, EFE, NPR, The Haitian Times, Centro de Periodismo Investigativo, entre otros), citados a lo largo del texto. Cada cita en formato 【número†línea(s)】 corresponde a estas referencias, para mayor detalle y verificación de la información presentada.